Reseña de Manuel A. Suances

CAÑAS FERNÁNDEZ, JOSÉ LUIS: Søren Kierkegaard. Entre la inmediatez y la relación. Los “dos” estadios de la vida. Madrid, Trotta, 2003. 125 pp. ISBN 978-84-8164-473-9.

Esta monografía del profesor Cañas viene a llenar un espacio vacío en la historiografía y la investigación del pensamiento filosófico de Kierkegaard en lengua española. Ese espacio sin llenar se refiere a un estudio en profundidad del ámbito estético que es el primero en la producción de Kierkegaard. Se ha estudiado más el Kierkegaard existencial, religioso, cristiano y menos el Kierkegaard poético que conoce y ha vivido esa esfera de la sensibilidad con toda su riqueza y problematicidad.
Uno de los valores de esta monografía es distinguir ambos campos y, dando más solvencia al ámbito estético, establecer la conexión entre los dos tanto en la vida como en el pensamiento del filósofo danés. Kierkegaard tenía alma de poeta y sintió el encanto de la belleza, del amor y de la sensibilidad. Dudó mucho en hacerse poeta. Pero junto a esa temprana vivencia, experimentó de modo más acuciante el atractivo de la re-ligación a Dios, de la donación a los valores religiosos que se imponía sobre la esfera de los valores meramente estéticos. Y sin renunciar a la sensibilidad poética optó con pleno conocimiento y decisión por la vida religiosa. ¿Cómo pudo compaginar ambas cosas? Éste es uno de los principales enigmas que resuelve esta obra del profesor Cañas, con un fino y pormenorizado análisis, de esta manera, el libro contribuye a dar una visión más completa y realista de la figura y pensamiento de Kierkegaard. El hecho de haber unido ambos aspectos hace de Kierkegaard el primer -y quizás único- filósofo-poeta, poeta religioso de la existencia. Kierkegaard experimenta la vivencia de la contradicción que consiste en ser religioso y a la vez poeta. La eternidad y la divinización a la que éste aspira se agota en lo temporal, no alcanza su meta. Sólo la religión vincula realmente a lo eterno pero eso tiene un costo en la vida presente y es la renuncia radical a lo temporal a sabiendas de su belleza y encanto. Esa ambivalencia de ser poeta y hombre religioso fue una espina que dolió toda la vida: “el propio Kierkegaard navega tensionado entre la ambigüedad de dos fuerzas opuestas en el camino de su vida, la estética y la religiosa, que ahora podemos conceptuar como la fuerza de lo inmediato y la fuerza de lo relacional (p. 13). La existencia del poeta equivale al “hombre estético” que lleva una vida inauténtica en comparación con la existencia del “hombre religioso”, aunque eso no quiera decir que poesía y religión se excluyan.
Lo peculiar de Kierkegaard es unir ambas cosas, es decir, ser un pensador poético religioso. Por otro lado, el aspecto relacional o religioso aboca en él a una visión del individuo como persona única que se relaciona con Dios. Nada individualiza más que la relación personal del hombre con Dios. En ese sentido, Kierkegaard se distancia del pensamiento abstracto y universal de Hegel incidiendo en la pasión con que la persona humana, ser único y libre, afronta no sólo su relación con Dios sino todos los problemas vitales y existenciales en los cuales se dilucida el bien, la verdad y el ser. En ese sentido, Kierkegaard es el paradigma del pensamiento existencial posthegeliano en cuanto postula la defensa del individuo concreto como verdadero fundamento del pensar. De esta posición se sienten deudores no sólo los filósofos existencialistas, sino una gran parte de las corrientes contemporáneas como la fenomenología, el personalismo etc.
Así pues la estructura y la relación entre ambas esferas, estética y religiosa, es el núcleo de esta obra. Ambas categorías son presentadas como claves existenciales para comprender las etapas en el camino de la vida y los grandes problemas existenciales como la angustia, la desesperación, etc.: “Mi tesis inicial es que el «hombre inmediato» y el «hombre relacional» explican tanto al hombre angustiado, explanado en la célebre obra El concepto de angustia, como al hombre desesperado, explanado en La enfermedad mortal, y que por ello la inmediatez y la relación son estructuras conceptuales previas y decisivas para comprender al ser humano en su radicalidad entitativa” p. 19.
Por tanto ambas esferas aparecen como auténticos y esclarecedores fundamentos existenciales de las cosas humanas. Tienen pues un alcance no meramente valorativo, sino antropológico-existencial.
Y, por último, un punto importante es la relación de ambas esferas. Las dos son presentadas en clave de alternativa dialéctica o dialéctica cualitativa. Existe una jerarquía entre ellas; la inferior es la estética; la superior es la religiosa. Se pasa de la primera a la segunda por un salto cualitativo. Aquí los contrarios no toleran la mediación como en Hegel. La dialéctica de Kierkegaard frente a Hegel es una dialéctica de la elección o del salto, no una dialéctica de la conciliación mediadora: “Lo que define radicalmente el salto es la elección, lo cual no implica que cada estadio sea una negación de todas las situaciones existenciales del estadio anterior, sino que lo que es negado en cada salto, y por eso el salto es cualitativo y no meramente acumulativo, es una actitud de vida que debe ser sustituida por otra totalmente nueva” p. 25.
La superación de una etapa y el acceso a otra no es negación radical de la primera, sino su asunción e introducción en un nivel cualitativo superior.
En definitiva, esta obra es un estudio de un aspecto singular y atractivo en Kierkegaard que se ha estudiado poco hasta ahora.

Anselmo M. Suances Marcos
UNED